Seis pasos generales basados en un reciente artículo publicado en la revista Información, Cultura y Sociedad del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas de la Universidad de Buenos Aires.
Aunque no son fáciles de implementar, los catálogos de autoridades son uno de los productos más valiosos para el análisis documental. Normalizar el nombre de personas, entidades o materias mejora la recuperación de información, evita confusiones por homonimia o sinonimia y expone relaciones terminológicas.
Los pasos que se presentan a continuación forman parte de la metodología implementada por José Luis Montero O’ Farril, Maylén Beatriz Pérez Pérez, Niurka de la Vara Garrido y Flor María Reyes Hernández en el artículo “Control de autoridades de los nombres propios: los encabezamientos de materia en el Repositorio Institucional Nínive”.
Gracias a esta metodología, el autor y las autoras de la Universidad de Moa Dr. Antonio Núñez Jiménez (Cuba), llegaron a establecer 25 lineamientos con lo cual normalizaron, hasta su primera versión en junio de 2019, un total de 389 nombres propios.
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Definición de los puntos de acceso
De acuerdo a los términos más utilizados por su comunidad de usuarios, determine cuáles serán sometidos al proceso de normalización a partir del índice de materias de su repositorio. Tenga en cuenta que en esta etapa lo difícil será “comprobar si un término que aparece en más de una variante se trata en verdad de la misma autoridad o no”. Cuando tenga los términos, puede agruparlos según afinidades para un manejo ordenado.
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Búsqueda y selección de las fuentes bibliográficas y obras de referencia a utilizar para apoyar la investigación
Aquí tendrá que valerse de otras experiencias documentadas sobre cómo implementar un catálogo de autoridades, mejor aún si es en la especialidad en la que está desarrollando el suyo. Del mismo modo, tendrá que abastecerse de herramientas léxicas especializadas como diccionarios, enciclopedias, guías, etcétera.
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Selección de expertos para revisar la terminología a normalizar
La participación de conocedores de los términos a normalizar es vital para validar el proceso y resolver ambigüedades.
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Selección de las herramientas bibliotecológicas a emplear
A continuación, es importante tener acceso a directrices y herramientas normativas. Para su proyecto, los investigadores cubanos utilizaron las Directrices para registros de autoridad y referencias (GARR), segunda edición revisada por el Grupo de Trabajadores de la IFLA (traducido al español por Justo García Melero); las Directrices para los registros de autoridades de materia y sus referencias (GSARE); las Reglas de Catalogación Angloamericanas, segunda edición, revisión de 2002 y actualización de 2003 (AACR2); y las normas APA, sexta edición, para consignar las fuentes consultadas.
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Establecer lineamientos para normalizar los términos
Es aquí donde se va armando el procedimiento para consignar los términos de acuerdo a lineamientos como: a) reglas generales para la redacción de los descriptores (uso de los nombres propios en singular o plural, entradas en orden directo o inverso, uso de signos de puntuación, siglas, abreviaturas y acrónimos); b) reglas para la selección y formulación de descriptores institucionales, geográficos y de materia (revise el artículo completo para ver ejemplos).
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Selección de la estructura del control de autoridades
Consiste en seguir una estructura para el control de puntos de acceso como el pauteado en las Directrices para registros de autoridad y referencias emitido por la IFLA. En dicho documento se observa el tratamiento adecuado tanto para la entrada de autoridad como para la entrada de referencia.
Tenga en cuenta estas pautas generales si desea sacar adelante un catálogo de autoridades. Si todo marcha bien, podría considerar publicarlo en un plataforma digital para su consulta en línea o en un documento.
